Sobre Nosotros

Venenciando desde 

1957

Mi familia ( mi padre y mi tío ) desde mediados de los años 50, siempre han mantenido relación con el mundo de los vinos generosos.
Mi padre venenció por primera vez en Madrid en la botadura de un avión de Iberia con el nombre de la D.O. de Montilla-Moriles (1957). 

Después se dedicaron a la hostelería poniendo en valor los vinos generosos en dos preciosas tabernas andaluzas.

Compraron una bodega para criar sus propios vinos, a continuación, vino un restaurante asador en el cual nos dedicamos a realizar eventos de cátering, siempre con un criterio de calidad y siempre con una venencia multitudinaria en todos ellos.

Pretendo continuar con toda la filosofía y enseñanzas recibidas tras muchos años adaptándome al momento actual.

El arte de la Venencia

Al definir actualmente el oficio de Venenciador, literalmente desliga de sus orígenes reales, se simplifica mucho su auténtico sentido. Se habla de un profesional especializado en trasegar el vino de la venencia al catavino con una altura considerable.

Orígenes

Se conocen unos jarrones de la Grecia clásica, en la que aparecen unos señores sacando vino de una ánfora con unos instrumentos muy semejantes a la venencia en lo que parecen unos actos de la vida cuotidiana, que son comúnmente lo que reflejan estos jarrones de color ocre y negro, esto hace más de 500 años antes del nacimiento de Jesucristo cultura mediterránea pura origen de muchas otras.

Entiendo que aparte de lo espectacular i estético de la venencia, lo fundamental de un venenciador es presentar los tesoros de nuestras bodegas de la mejor manera, para que las personas que lo degustan lo realicen en plenitud y así consigamos poner el valor de nuestra riqueza enológica.

 

La venencia como objeto es un instrumento de bodega del cual se servía el capataz de esta para sacar pequeñas cantidades de las botas de envejecimiento y crianza (barriles de poco más de 500L) recogiendo este vino de la parte media de estas botas, evitando romper en lo posible el velo de flor propio de la crianza biológica, al servirlo con velocidad y tomando una altura considerable se conseguían muchos objetivos, en el silencio de la bodega por un lado el vino se escucha como cae en la copa además se oxigena facilitando poder olerlo y catarlo además de verlo a través del catavino. Con la venencia se facilitaba el trabajo del capataz en uno de los actos más importantes de la bodega, que es la clasificación y elección de los vinos de esta.